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El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, fecha para conmemorar la historia de los movimientos feministas y para reflexionar sobre lo mucho que queda por hacer para alcanzar una verdadera igualdad entre hombres y mujeres. Todavía hoy, a nivel global, las mujeres representan dos tercios de las personas iletradas, proporción que no ha cambiado en las últimas dos décadas; el porcentaje de mujeres viviendo en la pobreza es mayor al de los hombres y la pobreza refuerza las desigualdad de género en el aprendizaje; las niñas suman la mayoría de la población que no atiende a la escuela y las disparidades en contra de las mujeres son más evidentes entre las que no tuvieron educación. Los porcentajes de desempleo en mujeres es mayor en la mayoría de los países y existe una evidente disparidad de género en el pago en todos los sectores económicos y ocupaciones. Las mujeres en el mundo, sin importar el ingreso, la edad o el nivel educativo, seguimos siendo víctimas de violencia física, sexual, psicológica y económica.

Los movimientos feministas en Hong Kong comenzaron en las primeras décadas del siglo XX. Al ser entonces colonia del Reino Unido, fueron organizados principalmente por mujeres británicas y más adelante por esposas de la élite china local. Los vínculos con Europa condujeron a la llegada de ideas de corte liberal, pero la jerarquía y organización familiar eran sin duda patriarcales. Diversas violaciones a los derechos de la mujer se justificaron por usos y costumbres milenarios, tanto europeos como asiáticos. Un claro ejemplo es la figura de la mui tsai, término que se traduce como «hermana pequeña», bajo la cual niñas eran sometidas a esclavitud doméstica. La lucha por abolir esta práctica comenzó antes de la Segunda Guerra Mundial, pero fue hasta los años 50 que se logró.

A este importante avance siguieron otros, aunque con el argumento de preservar el bienestar de las familias y sin hablar directamente de la necesidad de revertir la desigualdad de género. En 1970 se adoptó la ley de mismo pago por el mismo trabajo; en 1971 entró en vigor la ley del matrimonio y se abolió el concubinato. El establecimiento de más universidades locales y el incremento en la educación de las mujeres llevó, a partir de 1980, a un aumento en las movilizaciones organizadas por mujeres hongkonesas. Estos grupos feministas tomaron en cuenta los retos y necesidades de la comunidad, a la que movilizaron, y se convirtieron en las fuerzas líderes en hacer visibles los problemas de las mujeres menos favorecidas y en subirlos a la agenda pública.

Sin embargo, el valor de la mujer se seguía vinculando al matrimonio, tan evidente era que el ingreso generado por ella se consideraba de su esposo. Era él quien pagaba el impuesto por la suma de ambos sueldos. Después de diez años de lucha, fue hasta 1990 que se instituyó la separación de impuestos en mujeres casadas. En esta misma década se instituyeron beneficios de licencia de maternidad, se legalizó el aborto en casos de riesgo, y se otorgó el derecho a todas las mujeres a la sucesión de la tierra. En 1995 se adoptó la ordenanza contra la discriminación por género, y en 1996 se estableció la Comisión para la Igualdad de Oportunidades (EOC). En 1997 se adoptó la ordenanza contra la discriminación por motivos de estatus familiar. El marco legal aplicable se mantuvo con el retorno de Hong Kong a la soberanía china y en el artículo 25 de la Ley básica se estableció que todos los residentes serán iguales ante la ley.

Los avances en Hong Kong son innegables, como lo es la persistencia de retos importantes. El acceso a la educación básica, un indicador clave, es hoy prácticamente universal para ambos géneros. Al mismo tiempo, de acuerdo con la Oficina del Censo y Estadísticas, el ingreso mensual medio de las mujeres empleadas sigue siendo menor, en 22%, al de los hombres. Esta brecha es incluso mayor si se contabilizan las trabajadoras domésticas extranjeras. En todo el mundo, y desde luego en los países iberoamericanos, ideas y estructuras sociales continúan poniendo en desventaja a las mujeres. El género sigue siendo base para el abuso, la desacreditación y la estigmatización. El escenario es más complejo para las mujeres marginadas, sin educación, y muchas veces socialmente mal vistas o condenadas. Para ellas, las organizaciones comunitarias locales que tratan los problemas de raíz se vuelven especialmente importantes.

En Hong Kong, el trabajo de HER Fund se destaca porque es la única fundación en el territorio que se enfoca exclusivamente a financiar organizaciones formadas por mujeres que ayudan a mujeres. La fundación misma se percibe como un agente de cambio social, basándose en la certeza de que las mujeres tienen la capacidad para determinar sus necesidades y aspiraciones, así como para desarrollar las estrategias para cumplir unas y lograr las otras. Para esto, destina sus recursos a proyectos de organización social que buscan empoderar a mujeres y niñas marginadas o en situaciones vulnerables, hacerlas autosuficientes y permitirles crear, guiar y sostener una mejor vida. Como resultado son ellas quienes promueven un cambio hacia la equidad de género dentro de sus comunidades. HER Fund cumple ahora 10 años, en los cuales ha apoyado a más de 130 proyectos para erradicar la discriminación, la violencia y la pobreza, además de promover la participación organizada de las mujeres en la sociedad civil. Estos proyectos han tenido un impacto para más de 300,000 mujeres. No sólo reciben ayuda, sino que se apoya su empoderamiento para que sean a su vez agentes de cambio.

Este año la caligrafía o fai chun de HER Fund para celebrar el año nuevo chino dice: «La igualdad es una bendición». Sí, en efecto lo es, pero aun debemos trabajar para alcanzarla.Ø

Hong Kong, marzo de 2017.

Para conocer más sobre HER Fund: http://www.herfund.org.hk – Facebook: @HERFUND

¿Te interesa apoyar organizaciones similares en Iberoamérica o en otros lugares del mundo? Prospera la Red Internacional de Fondos de Mujeres, de la cual también forma parte HER Fund, reúne a 38 fondos de mujeres ¡en todos los continentes!

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